miércoles, mayo 09, 2007

Se fue Luis...sin que nos tomáramos el café

Llegamos el mismo día a Panamá, cada uno por su lado. Comenzamos a trabajar, el mismo día, a la misma hora, en la misma compañía. Fue una de esas amistades a primera vista...
Nos quejábamos de lo mismo, sufríamos casi que por las mismas cosas. El me contaba sus penas y yo las mías.

Vino desde su país, "vuelto mierda" (sus palabras textuales), con su matrimonio destruído, su economía derrumbada y 45 años en los que sus mayores méritos habían sido tener un hijo (con el que no se hablaba), haber viajado por muchos países (fue agente de viajes) y una tarjeta American Express que había pasado a departamento legal.

Nos pagaron el primer sueldo en efectivo, billetes de 20, y una de sus prioridades fue hacer un abono a su tarjeta de crédito para ir saneando la deuda poco a poco.

Fuimos a la playa, fumamos mucho, tomamos mucho café y nos reíamos bastante con su buen humor que alternaba -hay que decirlo- con su irremediable vicio de quejarse y preocuparse por todo.

Hace cuatro años, en octubre, viajé a su país de origen y (aunque ahora me echo flores yo mismo) logré algo que le dio a Luis mucha felicidad. Se reconcilió con su hijo.

Era una tarde de octubre en Buenos Aires cuando conocí a Sebastián. Salimos a caminar y después de un sermón de padre y señor mío, lo convencí de que llamara a su padre. Fuimos a una cabina telefónica cerca de la plaza del Congreso y llamamos a Luis. Más tarde, en un restaurante, hice que Sebastián le escribiera en mi cuaderno una carta en la que le agradecía los dólares que le había enviado conmigo y le decía, en sus palabras evasivas, que lo perdonaba. Le tomé fotos y las traje para que Luis las contemplara con mucho amor y nostalgia.

Hace un par de semanas, me topé con Luis en la calle. Me dijo que estaba preocupado porque los niveles de colesterol estaban muy altos y que le habían recetado medicamentos y una dieta.

Ayer, en el MSN, me contó que estaba contento porque había bajado cuatro kilos y que los exámenes de sangre habían salido muy bien. Le dije que ahora tendríamos que dejar de fumar y me dio la razón. La conversación terminó con su "tenemos que encontrarnos para tomarnos un café".
Luego me preguntó cómo iba la venta de mi negocio. En ese momento yo estaba en la cocina y cuando regresé a contestarle ya se había desconectado...

Esta mañana recibí la noticia. Luis se sintió mal en su trabajo y se desplomó. Cuando lo llevaron al hospital, ya no había nada por hacer... había muerto.

Lo enterramos hoy a las 6:00 p.m. fui al servicio religioso y llegué a casa a tomarme un café, encendí un cigarrillo y me senté a escribir estas líneas con mucha tristeza.

Que en Paz Descanses, Luis... Un abrazo y -tal como tú solías escribir- chau.