martes, marzo 29, 2005

Un viejo amigo al que no quería ver

Hago un pequeño y sencillo balance de algunas cosas que me han hecho popular entre mis amistades: La cantidad de mudanzas que he tenido con sus respectivos cambios de números telefónicos, los doce años de universidad, la hipocondria, la barriga, las migrañas, los ataques de pánico, la adicción al cigarrillo, el amor por los animales y una de las últimas, mi famoso dolor de brazo.
Para poner al día a quienes no me conocen o no se enteraron de esta dolencia, resumo contándoles que desde hace un poco más de dos años "sufro" (después nos ocuparemos de precisar esta palabra) de un terrible dolor en el brazo izquierdo que me ha mantenido por épocas al borde de la locura.
El primer especialista que visité falló en el diagnóstico. Pensó que se trataba de una bursitis, ocasionada por leer en la cama (al sostener el libro con el brazo). La infiltración con corticoides no representó ningún alivio por lo que el mismo galeno determinó entonces que se trataba de una tendinitis y clavó otra dosis que lo único que causó fué acné y otros efectos secundarios.
Le seguí el juego a la acupuntura después de que todas las radiografías salían normales. El Dr. F.B. me clavó las agujas varias veces y me embutió dosis altas de Celebra (¡Que nombrecito!), un antiinflamatorio de la nueva generación que, en combinación con el Tramal ayudaban a sobrellevar la situación.
A las 6:00 am, una preciosa terapista llamada Xochit, timbraba en mi casa durante tres meses para darme esperanzas y fuerzas mientras sus aparatos hacían lo que podían por mí.
Viajé a Bogotá y después de una Resonancia Magnética aparecieron dos hernias cervicales que explicaban el padecimiento pero en opinión del neurocirujano, no requerían de intervención. Con bajar de peso y algo de ejercicio el asunto estaba controlado.
Bueno, la historia se está alargando mucho. No sé si fue el paso del tiempo, la homeopatía, la resignación o el crecimiento espiritual, pero el caso es que el bendito dolor prácticamente desapareció.
Entonces, se preguntarán ¿por qué estoy escribiendo sobre él? porque hoy tengo dolor. Me comenzó esta mañana cuando iba al banco a depositar el dinero de la liquidación.
Es como la visita inevitable de un viejo amigo que por cuestión de recuerdos y armonía preferimos no ver, pero allí está en nuestra puerta.
Hola, dolor. ¿Esta vez qué carajo quieres? Mi popularidad ya tiene que ver con otras cosas así que haz lo que quieras pero vete pronto.

lunes, marzo 28, 2005

Alucinante

Hago una precisión. Tengo más de cinco lectores. Creo que son siete u ocho. Los últimos días que he tratado de escribir, abandono al tercer o cuarto renglón. No se trata de que no tenga nada para decir. Simplemente hay días en los que las palabras salen "deliciosamente deliciosas".
(Aclaro que hoy escribo por fidelidad con mis lectores y no porque esté en la "deliciosura")

Becky, mi perra, conoció el mar. La llevé a Punta Barco, una playa cercana a la ciudad y a la que algunos llaman Punta Narco por razones que hoy me da pereza exponer. ¡Es reconfortante ver la felicidad de una mascota!
Becky nadó, nadó, nadó y nadó como si lo hubiera hecho toda su vida (suena un poco ambicioso eso de "toda su vida" cuando apenas acaba de cumplir cinco meses). Mi homeópata debe darse por bien servido puesto que hice caso a su recomendación.
Volvamos a hoy lunes. Primer lunes de estar desempleado voluntariamente. Se siente raro. Me han hablado de dos posibilidades de trabajo pero ni siquiera me ha interesado estudiarlas.
Me estoy dando permiso de ser un vago por unos días o, con palabras más dulces, darme un merecido descanso antes de emprender nuevos proyectos.
Ah, el título de hoy se debe a un mail que me llegó hace un rato de Juan Uribe. Dice que Jack le recomendó mi Blog y le pareció así: Alucinante.
Gracias.

miércoles, marzo 23, 2005

SIn trabajo, con pizza

Hasta hoy no había querido mencionar mi trabajo en el blog, pero ya puedo hacerlo porque, sencillamente, ya no trabajo. Esta tarde renuncié. Tómenlo como una continuación del post anterior de las nubes. Sin mayores detalles, simplemente me retiré de la compañía.
Si, renuncié. Con el alma y con el cuerpo. Entregué las llaves a mi jefe y me fui a comer una pizza deliciosa en "Carlitos". Masa integral, cebolla, orégano y un espectacular queso de vaca chiricana (bueno, eso si es especulación).
Cinco empleadas lloraron y se despidieron con amor (eso no es especulación). Es grato saber que uno es especial para alguien. Las reuní en un rincón del almacén y les dije: "en tiempos de crisis se toman decisiones; ya hemos tomado algunas que ustedes conocen; ahora les comunico otra decisión; el gerente de Steven´s acaba de renunciar. Me voy y los voy a extrañar mucho. Espero que no se les olvide la cantaleta que les he echado todo este tiempo".
Algunas veces en la vida hacemos las cosas con la cabeza y otras veces con el corazón. Pero cuando las hacemos con el corazón y la cabeza al mismo tiempo, sabemos que estamos haciendo lo más adecuado.
Mañana será otro día. Asumo que dormiré bien. El mundo sigue sin mayores contratiempos.
Es que al fin y al cabo llega un día en el que las cosas evolucionan...
¿Acaso a alguno de ustedes se le ocurrió que pudiera ofrecerse pizza con masa de trigo integral?

martes, marzo 22, 2005

Bajar de la nubes, subir a las nubes

Hoy le dije, finalmente, que se bajara de las nubes. Creo que a todos nos ha ocurrido eso de tener una frase preparada para alguien y aguardar, aguardar y aguardar hasta que el momento sea el preciso, la ocasión perfecta y ¡Zas! lanzar las palabras perfectas con una intensidad que es proporcional al tiempo que pasó desde la primera vez que habíamos deseado decirlas.

No importa mucho a quién se lo dije. Lo que quiero dejar plasmado aquí es esa deliciosa sensación de haber explotado. El ritmo del corazón se aceleró. Me di tiempo y espacio para observarme. Me gustó la escena. No estaba descontrolado, pero tuve que reconocer que a pesar de los progresos espirituales hubo cierto sabor dulce a venganza. Que delicioso momento.

Él tenía ganas de pegarme. Se le notaba en sus ojos. Fue la primera vez que me di permiso para ser conciente y observar un rostro con rabia, con odio por mí, por mi existencia. Fue la primera vez que vi de veras alguien que deseaba mi muerte (aunque fuera en fracciones de segundo).

Me sentí animal, pero me sentí humano, muy humano. Mis palabras fueron exactas y aunque obviamente le hicieron daño, para mí tuvieron un efecto sanador.

Lo recomiendo. Recomiendo de vez en cuando soltar la frasecita justa en el momento justo. Recomiendo ir en contra de las leyes del universo. Solo una vez, aunque sea. Se siente algo parecido a haber organizado el caos, a haber hecho justicia, a haber subido a las nubes.

lunes, marzo 21, 2005

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Lunes, otra vez

Una canción de Charly García termina diciendo: "Solamente muero los domingos, y los lunes ya me siento bien".
Otra canción menos famosa de mi amiga Liliana Carrera -quien supongo que vive en Bogotá y sigue siendo abogada- comienza con una frase deliciosa: "Llevo tanto tiempo revisándome la piel y mientras tanto viendo al mundo absorto ante la desnudez".
Por convención colectiva, la semana comienza el lunes. Es decir, a esta hora está comenzando una semana que para algunos es santa y para otros no tan santos es una simple semana.
Para personas como yo, comienza de nuevo la dieta, se renueva la voluntad para dejar de fumar (que fracasará antes de la media noche) y se pronuncia nuevamente el compromiso de seguir escribiendo la novela que sabemos.
Lunes, día femenino (por la luna). Día de madrugones y de retrasos, de congestión vehicular, de resignación y de migrañas. Día de miedos aun no superados, de camisas recién planchadas y café en la mañana.
Lunes en la mañana: surgen las ganas de ir a cine en la noche, de cenar con los amigos, de ganar más dinero, de abrazar la perra hasta que se queje, de sacarle el cuerpo a la afeitada.
Comienza la dieta, 207 libras. Al final de la semana debo estar más liviano. Lunes, dia de sentir que vamos viviendo, pero que nos estamos acercando a la muerte.
¿De dónde carajos sacó esa frase Charly García?

miércoles, marzo 16, 2005

La coprofagia de la perra.

Al parecer, únicamente tengo tres lectores. Cuatro, conmigo. No se trata de ser famoso con un blog, por supuesto. Es una cuestión de mercadeo. No he sabido promocionarlo. Pero... ¿promocionar qué? ¿que tengo un blog? ¿Que a cambio de continuar la escritura juiciosa de "Una peluca para Luka" me dedico a un diario personal en el que siempre digo que fumo, tomo café y me las arreglo para reconciliarme con los miedos?
Bueno, ese es un buen tema en todo caso.
Hoy es miércoles. Becky está insoportable. Tiene una enfermedad (creo que debería denominarse síndrome) que se llama coprofagia. En palabras sencillas, se come su propia caca. Es común en perros que pasan mucho tiempo solos.
A pesar de que mi hipocondria me ha dado el privilegio de conocer diferentes patologías, no sé si la coprofagia ocurre en humanos. Supongo que sí. Por lo menos existencialmente los hay quienes se comen su propia mierda, producto de la soledad, de la falta de actividad física, del encierro.
En los perros, el problema se soluciona con unas pastillitas (muy costosas, por cierto) que se mezclan con la comida. Tienen la propiedad de hacer que la caca tenga un sabor insoportable... el animal renuncia a comerla.
Para los humanos, ¿como lograr que la mierda empiece a saber a mierda? ¿funcionaría?
Dicen los maestros espirituales que leo por estos días que sí, aunque en palabras muy lindas. Llega un día en el que nos cansamos de sufrir. Freud no estaría de acuerdo y Lacan tampoco. El sufrimiento para ellos es un goce. Es un tema para avanzados.
Para Anthony de Mello, Gerardo Shmelding, Facundo Cabral (ahora maestro espiritual despues de sobrevivir a su penosa enfermedad) y otros, tocar fondo con el sufrimiento es fundamental para comenzar a cambiar la realidad interior.
Supongo que Madonna dirá lo mismo ahora que anda rondando la "kabala". En fin, simple saturación como diría cualquier profesor barato de introducción a la psicología.
Bueno, mis queridos amigos. Creo que hoy queda sentada una defensa o, por lo menos un argumento válido a favor de los blogs y en contra de quienes insisten en que escribir un diario personal y publicarlo en Internet es sencillamente, una mierda.
Coman mierda, mis estimados analistas de soledades y avances tecnológicos. Cómansela toda, hasta que les sepa a mierda.
Lo último por hoy. "Mierda" es una palabra castiza. Hay una costumbre en los países de habla hispana que consiste en decir "miércoles" para no ser tan cochinos. Válido el punto, perfectamente válido.
Feliz miércoles para todos.

lunes, marzo 14, 2005

Visita al homeópata

"Dígame, señor: Cuando era niño ¿solía usted toser? ¿En sus crisis de ansiedad ha tartamudeado alguna vez?
Simplifique, hombre. ¡Simplifique y comience a vivir de una vez por todas!. Agarre su carro nuevo, suba su perra y llévela a conocer el Interior, al fin y al cabo ella es panameña y es apenas justo que usted la lleve a conocer su país. Simplifique hombre.
Póngase a escribir y no a vigilar su cuerpo; usted está sano ¿Por qué le cuesta tanto trabajo admitirlo?"
Son las once de la mañana y el Dr. Borie irradia vida. Es un anciano encantador, de esos que con el rostro gritan que la felicidad existe. Es de esos hombres que ya vivió suficiente pero que precisamente vive para celebrar la suficiencia.
Con su lupa y una linternita, hace un detenido examen de cada uno de mis ojos. Me dice que contrario a lo que yo pienso, mi vida será larga. Quizás seré diabético más adelante. Tengo arenilla en la vesícula y el colon inflamado por los quesos y la leche. Tendré cataratas pero seré un anciano sabio de barba blanca.
Hoy únicamente me cobró los B/. 20.00 de la consulta. Los medicamentos fueron cortesía de la casa.
Salí de su apartamento y sentí hambre y ganas de fumar. Me comí un perro caliente con papas fritas y Coca Cola light. Después fuí a renovar la licencia de tránsito. Estaba a paz y salvo de multas y sanciones. Luego vine a casa por Becky y la llevé al veterinario.
Mi perra está muy saludable. Por ahora, solo le falta la vacuna contra la rabia.
Becky está sana. ¡Es tan simple de admitir!

domingo, marzo 13, 2005

Pronto, Luka

Mauro me pidió ayer que le prestara un libro porque, sencillamente, quería leer. Pero también quería que yo le eligiera el título. Ridículo pero sesato, deseé de corazón tomar de mi biblioteca un ejemplar de "Una peluca para Luka".
Es una novela que narra la historia de una peluquera que a finales de los ochentas y luego de consultar su carta astral huye física y mentalmente de la violencia de Medellín y se instala en la capital de vecino País X, del que no menciona nunca su nombre por respeto pero del que si se sabe que es el único que tiene un canal que une dos océanos.
Después de pasar las duras y las maduras, funda su propia peluquería, "Tu cambiarás", en honor a una canción de Nino Bravo.
Desde su templo de blowers y tintes, Luka observa el desmoronamiento de un régimen militar en cabeza de un narcotraficante, mientras los hombres convierten en licor su salario y las mujeres abren las piernas a cualquier rubio de ojos azules para poder tener un hijo con apellido extranjero que se llamará Usaír o Mellinton, o Yakson Tailor.
La historia está deliciosamente bien escrita, con un humor cautivador y con mucha filosofía camuflada entre la ironía de la peluquera quien se las arregla para ir narrando su infancia en el barrio Buenos Aires desde donde tenía vista al río contaminado de la capital de Antioquia al que iban a parar las diarreas de su neurótica madre cuando se ponía nerviosa.
El lector descubre que el verdadero nombre de Luka es Lucas -en masculino- y se sorprende al descubrir un increíble secreto de la protagonista pero también del universo.
En fin. Mejor no contemos mucho sobre el dichoso librito porque es posible que alguno de mis lectores lo adquieran algún día.
Mejor contemos otra historia un poco más cercana y quizás menos literaria.
Hay un tipo de 36 años que vive en Panamá, trabaja muy duro y llega tarde en la noche, muerto de cansancio, pero con muchas ganas de terminar una novela. Ese soy yo. Esa es la historia.
Mientras tanto, he recomendado a Mauro que lea La ciudad y el pilar de sal de Gore Vidal.
Pronto, no se cuándo pero será pronto, espero que lean Una peluca para Luka, de Azury Chamah.

sábado, marzo 12, 2005

Hoy no

Sábado. Becky está nerviosa. Se asusta con todo. Desde el jueves en la noche, cuando se terminaron los Marlboro, no he vuelto a fumar. Dejemos así. Hoy no estoy para escribir. Además, hoy está prohibido hacerlo para los judíos. Prohibido... buen tema, ya tengo algo en qué pensar.
Pásenla bien hoy.

viernes, marzo 11, 2005

Viernes sin Marlboro

Es la primera vez que chateo con mi amigo Jack B.
Somos hermanos desde hace un siglo. Nunca hemos peleado y ahora que lo pienso, creo que algunos de mis mejores cigarrillos los he fumado con el.
A esta hora él está en su apartamento en Bogotá, con una taza de café y sintiendo exactamente lo mismo que yo: Que hay amistades invulnerables.
Panamá: 25 grados.
Bogotá: 14 grados.
Panamá: Se terminaron los cigarrillos anoche.
Bogotá: Un cenicero lleno y dos o tres paquetes comenzados en distintos lugares del apartamento.
Panamá: Hoy viene Enelda a arreglar el apartamento.
Bogotá: Mañana sábado viene Paulina.
Panamá: seis tazas y dos platos sucios en el lavaplatos, esperando a Enelda.
Bogotá: (No hay datos, pero podria ser similar).
Panamá: ¿Cuándo serán las 9 de la noche para salir del trabajo?
Bogotá: ¡Falta un siglo para que sean las 5 de la tarde!
Panamá: Me tengo que meter a la ducha pronto
Bogotá: Me tengo que meter a la ducha ya mismo.
Panamá: ¡Como quiero a Jack!
Bogotá: ¡Como quiero a Azury!

martes, marzo 08, 2005

Martes, otra vez

Becky decidió que hoy el día comenzara más temprano. A los perros y a los pájaros (y supongo que a todos lo animales) les gusta que el nuevo día llegue y le hacen un homenaje. Es increible la lección que deja ver un animal que simplemente luce feliz porque ha vuelto la luz... ¡que simple!
Quizás esa es la función de las mascotas. Enseñarnos o, mejor dicho, recordarnos algo tan elemental. Qué curioso es eso de sentirse "fatal" al despertar como nos ocurre a los neuróticos.
Nos bebemos un café negro para "estimularnos", como si no fuera suficiente que la vida nos regala otro nuevo día y nos ratifica que hay un orden perfecto en el que nosotros tambien podemos matricularnos gratuitamete.

NO tuve una buena noche, pero allí está el sol. Allí están los trabajadores del edificio vecino produciendo el polvo que ensuciará las ventanas y que caerá encima de lo que ayer limpié. Abajo hay un señor con un megafono que vende chicha. En este país la chicha es sencillamente un jugo con más agua. Los obreros de la costrucción saben que la chicha de veinticinco centavos está "llena de energía". No importa la calidad de las naranjas ni del agua que se le echa para rendirla. Energía tambien tiene el chichero y las baterías de su megáfono que despierta a los vecinos.
Es curioso que en la vida hay dos grupos de personas. Uno, conformado por quienes sencillamente se despiertan en las mañanas y el otro integrado por quienes son despertados con el reloj, con la mascota que se muere de ganas por ir a cagar y orinar, con la televisión que es programada para encenderse a una hora determinada o con el compañero de apartamento que dice "levantate que ya esta tarde".

En eso consiste la vida, en despertar. Lo maravilloso es que cada uno lo hace a su manera, a su ritmo. Para lso del segundo grupo suele ser una experiencia abrumadora, para los del primero es una experiencia de vida.

Hoy es martes, otro martes, otra chicha, otro café negro de los que tanto disfruto y otro Marlboro que aunque vaya en contra de la salud y el equilibrio, hace parte de mi despertar. Así lo elijo y aunque quisiera, no me salgo del orden universal.
Becky sigue debajo de mi silla, sacándole más jugo (o chicha) al platico de plástico que ustedes ya conocen. Esa es su misión en este momento. La mía, a estas horas, es escribir el Blog que, al parecer, no me ha quedado como yo esperaba.
Feliz martes, feliz vida para todos.
Azury

lunes, marzo 07, 2005

Lunes, Prosperidad

Parece que el tal Walter Mercado no estaba equivocado. No jugó el 27 en la lotería pero gané US 120.oo en el casino. ¡Prosperidad, prosperidad! Je, je. Saben que bromeo. Estar vivo, vale más que eso y hasta menos que eso.
Me siento cansado, pasé una maña noche. Además, se terminó el café y a cambio estoy tomando infusión de toronjil con panela. Bueno, el Marlboro si está bien.
Los obreros de la costrucción vecina entran a trabajar a las 7:00 am. Aunque desde las 6:30 ya están en sus pisos, se asoman al balcón a mirar cualquier cosa menos la opción de adelantar un poco, de poner manos en la obra. Claro, eso sería regalar su tiempo, regalar su trabajo al patrono explotador. Por eso, hasta que el reloj no marque las "en punto" no comienzan. Un par de ellos prefiere mirar por la ventana a un tonto del piso 12 (ese soy yo) que está sentado frente a su computadora con una taza verde en la mano izquierda. ¡Prosperidad, prosperidad! Bendita sea la prosperidad de este país que elegí para vivir.
Mi perra becky me acompaña debajo de la silla, arrancando con sus dientes algo de sabor a un plato plástico de polietileno de alta densidad que hace un mes comenzó a labrar.
Prosperidad, mi querida Becky, prosperidad, esa es la clave, ese es el destino.
Próspero es el nombre de uno de los vigilantes del almacén y justo ahora se me ocurre preguntarme en qué carajo estaban pensando sus padres al bautizarlo con ese nombre. Mis respetos a mi súbdito pero no hace honor a su nombre. Es de los que llega tarde, de los que la quincena se le agota a las pocas horas, de los que ayer compró lotería pero, a juzgar por su rostro, su número tampoco salió favorecido.
Quizás lo que sucede, mi Próspero querido es que no eres del signo acuario. Quizás las proyecciones de Walter solo aplican para colombianos, quizás en ese momento estabas en el canal de televisión equivocado.
Tranquilo, vendrán tiempos mejores. ¡Prosperidad, prosperidad! Como la justicia, cojea pero llega, no problem, man.
Dentro de una hora saldré al trabajo sin cafeína en la sangre. No lo haré hasta que sean las 9:00 en punto, ni un minuto antes. No voy a regalar mi tiempo.

domingo, marzo 06, 2005

Dominguitis

Si se tratara de ser preciso, dominguitis significaría la inflamación del domingo. En mi caso, el término es válido, aunque lo de "itis" tenga que ver más con la intensidad, exageración y el miedo.
Odio los domingos, con el alma y con el corazón, con el hígado, con el páncreas y con los testículos.
En el Medellín de mis tiempos, la gente de Laureles salía con la manguera a lavar el carro en la calle, sin bañarse, sin peinarse y si se tenía perro, se aprovechaba de paso para darle también un baño. Mejor dicho, quedaban más limpios los dos compañeros de cuatro patas que el mismo dueño.
Aunque para algunos esta escena (que ojalá siga presentándose por los lados de la Bomba de los Almendros) podría ser un pequeño homenaje a la sencillez de la vida, a la felicidad que otorgan las pequeñas cosas, en mi caso nunca pudo ser más deprimente.
Domingo era sinónimo de migraña, pánico, de asco al ver a los "parceros" caminando hacia el estadio. Aburrimiento al extremo, la mareadora vueltica oriente, la ida a la finca a comer asados con el carbón que vendían en El Exito y que nunca encendía.
Domingos de aquellos tiempos, gracias a Dios que quedáisteis en el pasado, en el inconsciente. Domingos de mierda de aquellos tiempos que tuve que sacar después en el diván del psicoanálisis con el Dr. Dapena.
Mi madre dormía la siesta para tratar de dormir también alguno de sus males. Yo vigilaba su respiración mientras me mordía la lengua. Mi padre se dedicaba a leer y releer libros que sólo el comprendía.
Mis hermanas , en lo de ellas.
Yo solamente deseaba ser grande para ser presidente de la república y decretar de tajo la desaparición de ese día.
Pero crecí a pesar de los domingos. Adelantemos la película treinta años. Hoy es domingo. Hoy trabajaré hasta las 8:00 p.m. mejor dicho, hasta que quede poco de domingo.
Por lo menos he sobrevivido, aunque en otro país. Ya no hay tanta migraña, ya no hay tanto miedo, aquí ya no hay clásicos del Dim con Nacional.
Ahora me dedico a atender los clientes que le apuestan al club de mercancía que juega con la Lotería Nacional.
En un rato, saldré a buscar un billete con el número 27. Mi madre me lo ha pedido. Dice que vio a Walter Mercado en la televisión diciendo que los nativos de acuario estamos en una semana de mucha abundancia.
Ya les contaré.
Aquí estoy con mi Marlboro rojo, la taza de café negro que yo preparé (Mauro esta dormido, hoy no trabaja).
Bueno, dejemos así por ahora. Al fin y al cabo no es tan mal día.

viernes, marzo 04, 2005

TRUMAN

La vida me ha cambiado.
Quizás yo he cambiado en la vida.
Ahora mi mascota es una perrita labrador que se llama Becky.
Hoy, viernes en la noche, me doy un espacio para recordar que anoche soñé con Truman, un gato que tuve.
El día de su muerte, escribí unas líneas.
Esta es una buena noche para recordarlo.

TRUMAN

En este momento no tengo cabeza para establecer si alguien, alguna vez, ha rendido un homenaje a un gato muerto. Seguramente sí, quizás es obvio. Quienes conocieron a mi lindo Truman y quienes bien me conocen, entenderán la siguiente escena:
Hoy es sábado. Fue un día realmente pesado en mi trabajo. Cerré el almacén después de una jornada de más de doce horas de trabajo en la que –insisto, solo para entendedores- mi gran aliciente era llegar a casa después de conducir 40 kilómetros desde La Chorrera, dar la vuelta a la esquina y ver a esa bella criaturita gris con blanco que todas las noches, sin falta, aguardaba mi llegada en la entrada del edificio Ipanema.
Truman era muy hábil para detectar con su sabiduría gatuna que mi carro rojo se aproximaba. Emprendía su carrera hasta la puerta del auto, lanzaba sus maullidos de felicidad y cerraba sus ojos mientras yo me tomaba unos justos segundos para cargarlo, abrazarlo y llevarlo apretado en mi pecho hasta nuestro apartamento.
Siempre tenía hambre. No dejaba de maullar hasta que su plato no estuviera lleno de las pepas de Cat Chow (su favorita) o Friskies.
Esta noche, este sábado infortunado, no fue mi criatura gris quien me esperaba en casa. A cambio, el insoportable personaje que hace las veces de conserje del edificio me recibió con una frase concluyente e inapelable: “Mataron su gato. Lo envenenaron, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla.”
................
Truman era mi amigo, mi familia, mi compañero de lectura, escritura, cocina, cigarrillos y sueño.
Yo sabía que Truman, mi gato, mi adorado gato, no tenía siete vidas. Solo tenía una: Yo, es decir, un hombre algo solitario que lo eligió entre cientos de felinos que compartían una jaula apestosa en la Asociación Amigos de los Animales.
Ese domingo (14 de octubre de 2001) llovía a cántaros. Truman sacó su patita por la reja y –solo para entendedores- me indicó que se iba conmigo.
Llené el formulario de adopción en el que consta todavía (sigue y seguirá exhibido en el corcho de la cocina) no solo que estaba desparasitado, vacunado y castrado sino que, además, no tenía raza.
Mi Truman querido: Yo firmé que te cuidaría, que te daría alimentación y hogar dignos, que me acogía al Acuerdo Municipal # 20 del 25 de junio de 1990 que sabrá el putas qué establece.
Truman: te quedo debiendo la lata de atún que una vez al mes te ganabas. Te debo el baño del domingo que tanto detestabas y que por falta de sol y de tiempo no te di en el ultimo mes. Te debo también el corte de uñas que aplacé por mi cansancio, te debo un paquete de Chitos por haberme ido de vacaciones quince días a Argentina en los que tu protesta se centró en dejar de comer. Te debo el chariquito de agua de la ducha de mañana y de pasado mañana y de todas las mañanas del que tanto te gustaba beber. Te debo tu beso de las ocho y el de las doce de la noche y el de la una de la madrugada.
Truman, mi gatito lindo: Te perdono por despertarme a las seis, por el reguero de plumas que dejabas en la sala cuando cazabas una paloma, por el pequeño daño que le hiciste al sofá verde, por sentarte encima del periódico justamente cuando yo lo estaba leyendo.
..........
Mi vecino del 9 D (discupen pero tengo que decirlo: Colombiano tenia que ser ese hijo de la gran puta!!!) no toleró que en sus ratos de ocio Truman subiera en el techo de su carro a... a ser gato! Una mañana, y otra mañana, y otra, el malparido aquél interrumpió mi sueño para condenar que iba a matarlo. Y así fue. (Por lo menos palabra si tiene ese desgraciado.)
.........
A quienes leen estas líneas, agradezco su comprensión. A pesar de todo es posible que muy poco cambie. Seguiré siendo el tipo medio solitario que mañana dará otra vez la vuelta a la esquina y estacionará el carro rojo en el Ipanema. Seguiré fiel al Acuerdo Municipal mencionado, seguiré comprando latas de atún el el Rey de Via España, seguiré dejando el charquito de agua en el baño, seguiré siendo el vecino del colombiano hijo de la gran puta...
Seguiré siendo el padre adoptivo de Truman, de mi lindo Truman.
Duerme, mi amiguito. Sé que eso te encanta.
AzuryPanamá, Noviembre 16 de 2002.

Viernes

Mi madre odia hacer negocios en este día. Dice que es un mal augurio, que finalmente todo queda aplazado para el lunes, algo queda faltando... cosas así.

Me gustan los viernes. Tienen saborcito a pan trenzado y olor a velas de Shabat.
Me gusta recordar los buenos tiempos de viernes en la noche, cuando la mesa estaba llena. Un viernes en casa, el siguiente en casa de los tíos.

Nunca se hizo la bendición del vino completa. La versión resumida era suficiente para ir creciendo y para recordarnos una noche a la semana que éramos una familia judía.

Un viernes en la noche preparé una "lonchera" con las sobras del Shabat para desayunar en la cama. No fue tan fantástico como lo había imaginado. La comida estaba fría y tampoco tenía hambre. Pero ese había sido mi plan. Tenía un proyecto concluido pero... así son las reglas de juego. Al llegar a la meta, queda un vacío.

Esta noche saldré tarde de trabajar. Sin embargo, iré donde los Trapunsky a un Shabat con pollo, pan trenza y platos desechables. Fumaré en su balcón y después me moriré de sueño. Allí estará mi hermana a quien no le he preguntado todavía si recuerda esos viernes en casa o en la de los tíos.

El café de hoy sabe igual que el de ayer. Mauro no tiene receta precisa para hacerlo. Simple intuición, simple rutina, quizás.
Hoy en día me gustan los viernes porque viene Enelda y se siente un olor a casa limpia y a ropa lavada. Claro, también comeré pan trenza, todo el que me quepa.

Shabat Shalom

jueves, marzo 03, 2005

Jueves

No recuerdo de donde salió la palabra que nombra este día. No importa, ese no es el tema. Hoy amaneció y mi perra Becky me despertó como ya aprendió a hacerlo para que yo me ocupara de sus "quehaceres".

No tuve miedo. Quienes me conocen o por lo menos quienes se han topado con mi existencia física, saben de lo que hablo y de la importancia que tiene.

Dentro de una hora, exactamente, estaré rumbo a mi trabajo. Hasta ahora, he tomado agua de linaza en ayunas para bajar la panza, le di una merecida vuelta a Becky, le di su galleta canina y bajé al gym del edificio para trabajar veinte minutos en la caminadora.

Luego, un café negro que preparó Mauro. Hoy le quedó delicioso. Anoche me quedó un Marlboro que me estoy fumando al lado de las teclas y del mug verde que la empleada (Enelda) no ha roto.

Jueves, a lo Charly García, Jueves otra vez, sobre la ciudad, la gente que ves vive en soledad.

miércoles, marzo 02, 2005


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Azury Posted by Hello